A donde yo te muestre



“Saca tu equipaje a plena luz del día, a la vista de todos, y al caer la tarde ponte en marcha, a la vista de todos, como quien va al exilio. También en presencia de todos, abre un agujero en el muro y sal por ahí con tu equipaje. Al llegar la noche, mientras todos te estén viendo, ponte en marcha con el equipaje al hombro. Cúbrete la cara para que no puedas ver la tierra, porque de ti he hecho un presagio para el pueblo de Israel.” (Ezq 12: 4-6 NVI)

De pronto en tu corazón nace la idea de que tienes que partir, es ahí cuando entra la angustia, no sabes a donde ir, ni que llevar, ni que hacer, simplemente lo sabes.
 Pero aun así te petrificas, lo más curioso es que cuando partes todos te ven y preguntan ¿porque te vas? Pero tú sigues, atraviesas los muros, esas barreras que no te dejan ver más allá, y cuando logras traspasar murallas ves ese terreno amplio donde tu perspectiva se amplia. Alzas las pesadas maletas y solo miras al cielo y dices –aquí estoy Señor, solo te tengo a ti, guíame- sigues caminado, a veces empiezas a sentir sed o hambre pero siempre encuentras alimento y bebida, después de pasar ese camino, sabes que tuviste la tentación de volver atrás pero no has dado vuelta y te deleitas porque tu vida ha sido cambiada, ves el lugar que tiene Dios preparado para ti.
Lo que has dejado nunca se comparara con lo que Él tiene para ti.
 No te angusties si tú estás hasta ahora saliendo, o estás en el camino y no ves la llegada, solo deléitate que Cristo nunca te dejara y siempre te guiara.  

“Pero Jehová había dicho: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.” (Gen 12: 1 RV60)

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